Las arpilleras entrelazan hilos de resistencia y esperanza. En la Casa de la Mujer de Huamachuco, estas telas son mucho más que simples cuadros; son relatos vivos bordados con la determinación y la creatividad de nuestras artesanas artilleristas.
Cada puntada es un testimonio de la vida cotidiana, de los anhelos y las luchas que tejemos como mujeres. En tiempos difíciles, durante la dictadura, las arpilleras fueron nuestra voz silenciada, un grito de color contra la opresión. Retrataban las detenciones, sí, pero también la fuerza de nuestra comunidad en resistencia.
A través del arte, las arpilleristas de la Casa de la Mujer de Huamachuco han encontrado un camino hacia la independencia y el empoderamiento. Nuestros talleres no solo enseñan técnicas, sino que también brindan herramientas para el desarrollo personal. Creemos en el poder transformador de la capacitación en oficios, en cómo puede cambiar vidas y realidades. Enfrentamos desafíos como la discriminación de género y la pobreza extrema, pero creemos en la capacidad de superarlos. La formación en derechos humanos y enfoque de género es clave para derribar barreras y construir una sociedad más justa. Queremos que las mujeres conozcan sus derechos, que se empoderen para tomar decisiones informadas en todas las áreas de sus vidas.
A lo largo de los años, miles de mujeres han pasado por nuestra casa, han aprendido, han creado y han salido fortalecidas. Sus arpilleras, sus historias, son parte de un legado de resistencia y transformación. La Casa de la Mujer de Huamachuco es un reflejo de la fuerza y la determinación de las mujeres que construyen un futuro mejor para sí mismas y sus familias.